enero 28, 2011

¿Y el proyecto?

No, no estaba muerto... tampoco de parranda.

No sé qué pasó con el proyecto, de repente la avalancha que se llama vida me dejó un sinsabor en los deditos y no pude teclear más. Era una etapa, quizá. Un pequeño paréntesis en el que todo me daba pereza y las cosas y las actitudes de mis cercanos me asustaban. Miedo es lo que tuve. Miedo a escribir sobre mis miedos. Miedo a escribir lo que pensaba. Parálisis emocional total. Shock. Llanto. Drama. De todo un poco... y de nada, pues, todo.

El proyecto no se acaba. Eso me lo ha dicho la nostalgia horrible que de pronto sentí al recordar el desahogo que me produce escribir mis estupideces -que bien o mal escritas, son muy mías y las quiero-. Escribir es terapéutico. Me sana. Me alivia. Me relaja. Ahorita mismo no debería estar aquí, pero lo hago igual porque de todas formas estoy bloqueado y no puedo escribir lo que de mí se espera. El proyecto continúa, sí. ¿Palabras al aire?... no sé, igual sirven para llenar esa sensación de vacío que a veces me sobrecoge y me lastima tanto.

Es sensación que solo se cura con letras más o menos articuladas.

Hola de nuevo.