agosto 30, 2010

Próximamente:

'Cuando la decadencia toca a tu puerta'

Mentir en castellano es como decir:

Me apendeja tu carácter etéreo y absurdo. Ignorame, dejame hablando solo, dejame en lo abstracto. Desinterés, dejamelo. Mostrame la cara más aburrida de este planeta y los contiguos. Regalame una mirada ausente o el suspiro indiferente con el que me respondés. Eso quiero.
Por siempre.

Y ya.

agosto 29, 2010

Mentir en inglés es como decir:

You're too far away for my thoughts to reach.
You're so close to fading away and I'm scared to the core.
I never really unterstood our understanding.
Are you here or not? Am I there yet? Will I ever be?
Everywhere I turn, you're lacking physical presence.
Air, that's what you are. (You know it. I do too) Precious, fresh, beautiful and not visible to the eye but ever so strong for the heart.
Shameless satisfaction. Incoherent foolishness.
When the no's are actually meant.
When a yes is disguised as a lie. Never to last. Never to be revealed.
Keep your thoughts to yourself for they are never to become real.
Keep your lies in your pants. Your big fat lie.
Never bring it near my head.
Blow it away with a kiss.
Like the smile, like the scent.
You'll fade away, eventually.
Kid.
Stupid.
Trouble.
Fade away, already.

agosto 26, 2010

Epílogo

Tengo frío. Comienza en el espinazo y me llega a todos y cada uno de los apéndices del cuerpo. No me deja pensar, ni hablar. No me deja entender nada, sólo una cosa sé y es que tengo frío. Sólo una cosa veo y es que tiemblo. Sólo tiemblo, solo. Sin una cobija, ni humana ni sintética. Sólo desdibujado, con coágulos de tristeza congelados que bloquean el paso de mi sangre hacia el corazón. Sólo corazón. Solo, corazón. Sin los míos, sin los propios. No me muevo de mi silla. No me salgo de este cuarto. No distingo sus paredes de barro, no percibo sus puertas de madera astillada; es que no puedo: no estoy vivo, sólo estoy congelado; estoy solo y congelado sin realmente estarlo. Sin voz, ni oído. Sin vos, ni tu calor. Tengo frío y no puedo gritar, tengo muerte y no la puedo espantar. Ha venido por mí, lo sé. Ha venido a traernos a todos: somos setenta y dos en total.

agosto 23, 2010

Lavar platos en primera persona

Lavar los platos de tu cocina (acumulados por diez días) fue la manera más absurda que pude encontrar para despedirme de vos en silencio. Uno por uno: soak, scrub –vigorously–, rinse and then dry. Quise dejar un mejor y más práctico recuerdo que la típica tarjeta de imbécil “I miss you already” adornada con una docena de corazones alados gravitando sobre la cabeza de un chucho de ojos tristes.

Lavar los platos, ajá. Ese fue mi estúpido símbolo, mi inútil gesto de servicial tercermundista, ese que quiere dejar siempre una buena impresión bajo cualquier circunstancia, aun cuando ha caído en amor.

Parado frente a la ventana de la cocina, solo, descalzo, con mis maletas hechas (listas al extremo opuesto del apartamento), sequé los platos limpios y los apilé en el mueblecito café sobre el que desayunamos juntos la primerísima vez. Mientras tanto, el cielo gris me hablaba con su aliento gélido y me mantenía alerta de mi partida. Las gotas de lluvia y la temperatura baja me hacían compañía mientras esperaba a que regresaras.

Y regresaste, pero no subiste. No había tiempo. Me llamaste y bajé al primer piso con mis cosas. No verías mi 'sorpresa' sino hasta que regresaras del aeropuerto. Mejor así -pensé-, mejor así -me mentí-.

Esa vez lloré. Esa vez estaba más enamorado, mucho más que la tercera, la vencida, porque –en efecto– te he dicho adiós tres veces.

Sin embargo, con el tiempo y de lejos, entiendo y acepto satisfecho mi propia verdad: con cada plato que ahora lavo te voy olvidando más. No lo dudo, cada plato lavado es una sonrisa desvanecida como la cochambre misma, la asquerosa, la de las frituras, la de las grasas, esa que tanto me está costando quemar del cuerpo. Cada burbuja de jabón que explota encierra un gesto desdibujado o un comentario tuyo desprendido de mi memoria, como la costra que se limpia de la cacerola grasosa.

Adiós.

Cómo me encanta lavar platos.

Cómo me encanta estar limpio de vos, de tu grasa, de tu basura sin color.

Cómo me encanta decirte adiós.

Y, sobre todo, cómo me encanta que sea definitivo.



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en la foto: maletas en la vencida, en la tercera 2010.

agosto 21, 2010

Personita

Hace un par de horas supe que existís y ya te quiero.

Aun sin forma, aun sin cuerpo, ya te quiero; sin saber como sos, sin conocer tu risa, ni tu llanto, ni tus ojos o tu pelo, ya te quiero, ya te espero.
Aun sin un carácter definido, sos amor, sos cariño, sos esperanza. Aun sin personalidad propia, sos un motivo más para sonreír, para saber que no todo es perdición, para entender que hay otros más que vienen y que de algo sirve aguantar, de algo sirve la rutina, el tedio, el trabajo.
Aun sin conocer tus gustos, ya quiero que juguemos. Y quiero enseñarte a decir palabras complicadas, a conjugar verbos extraños y descifrar conceptos indeterminados. Quiero contestar todas tus preguntas, resolverte el mundo con un sorbete de chocolate –bajo en calorías–, levantarte de tus caídas con un besito en la frente y enseñarte a pelear contra esta puta vida que a todos nos quiere comer.
Aun sin voz, ya tenés una defensa lista. El mundo es duro, el mundo es cruel, pero no vas a pelear en soledad. Ni las palabras ni los gestos batirán tu coraza de amor. Sos producto de la fuerza, pero sobre todo, sos expresión de un amor que sobrevivió batallas, que superó prejuicios y batió a muerte palabras afiladas y ponzoñosas, de esas que duelen, de esas que matan al corazón.
Y a pesar de todo, aquí estás.
Y a pesar de aun no conocerte, ya te quiero como se quiere a los propios. Ya me ganaste con una mueca imaginada, con la idea de tus manos diminutas y con la anticipación de una mirada de inocencia que nada sabe de odios y recelos.
Ayer supe que existís y ya te espero.
Apurate.

agosto 14, 2010

Embarcadero


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Embarcadero,
cada vez que te escuche pronunciado en altavoz, mi estómago encogerá cinco veces su tamaño normal. Las piloerecciones serán ineludibles. La espalda crispada y el sistema nervioso tropezará al borde de un colapso.

Embarcadero,
cada vez que te lea impreso en letras blancas sobre fondos verdes, enmudeceré y suspiraré dos veces hacia adentro y, sin duda, querré morir otras tantas más sin conseguirlo del todo: moriré a medias.

Embarcadero,
cada vez que te vea, te daré el beneficio de mil dudas. Te amaré, pero te dejaré ir: una vez, después otra y una más -tal vez-, para extrañarte frío, ominoso, con tu brillo tímido y tu olor a sal, para extrañarte entero...

Embarcadero.
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Foto tomada en Diciembre de 2008.

someday, one would say...

No tenerle miedo al sexo y explorarlo con la cautela debida, debería ser un importante cometido en la vida de todos aquellos sexualmente reprimidos.
Someday, one would say, I'll be able to do it.
Por el momento, me conformo con leer tus historias y vivir la vida en función de tu sexo. Otra razón más para envidiarte y proclamarme absolutamente patético.

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Me merezco un besito, todo patético merece uno. De consuelo.

agosto 11, 2010

Las letras viejas sobre vos

Son un poquito más que una simple etiqueta de mis entradas en este blog.
Son un ensayo de terapia por olvidarte. Y yo sé que probablemente aburro, pero es que son tantas las letras viejas sobre vos... que ya siento que es hora de venir a tirarlas aquí, donde no me estorben, donde solo me sirvan para entretenerme, a mí y a cualquier otra persona con el tiempo y ánimo de ser entretenido.
Las letras viejas sobre vos son feas, por eso hago bien al dejarlas aquí, expuestas al escrutinio y a la dureza de los juicios ajenos.
Y es que eso se merecen tus letras viejas: ser vistas y condenadas a un olvido inapelable.
Entonces, nada. Eso es todo.
Son letras y son viejas.
Son un recuerdo que se escribe en terapia,
y ya.

agosto 10, 2010

Del todo y de la nada



Un cuarto, dos lámparas y un televisor. Un todo y una nada. Mi cabeza dando vueltas sin asimilar muy bien tu ausencia, sin darse cuenta que no estás...

Y luego, al hacerlo: el miedo, la incomodidad.

Y me miento, me cuento cuentos sin final, me hilvano un tren de ideas sin sentido, con rutas sin retorno y pensamientos sin tierra firme para embarcar.

Es tu embarcadero.

Tu ansiedad y mis nervios fríos.

Es tu ciudad, vos y yo.

Somos nosotros: los nadie, los nada, los sin tiempo. Aquí no hay suelo, ni espacio; no hay mañanas agridulces, caricias adormitadas, ni te amos con mal aliento.


Te voy a extrañar una vez más.

Ya se me va haciendo costumbre.

stupid little bee

I once met two busy bees,
living far apart.
One was really white,
the other one kinda dark.
Three times they had met,
endless times they had caressed.
A few months were passing by,
until one of them lullabied
and set her heart into rest.

The other one in distress,
ever hopeless was a mess.
Through the days she fell back,
and oh so harsh she hit a wall.
Stupid little bee -people said-
yet another aching for her heart.
Stupid little bee -she called herself-,
realizing she'd torn apart
all her hopes and all her dreams,
for a bull's eye with no dart.

agosto 08, 2010

Basta

Basta.
Basta.
Basta.
Decime que no es cierto, porque me duele imaginarme lo contrario.
Decime que no, que para nada, porque siento que otro tantito de lluvia seca en mi corazón tendría consecuencias impensables.
Decime que no, te lo suplico; vos podrías volar por otros lados, pisar otros suelos, todos los que quisieras, pero este negalo, descartalo, deshace las palabras y pintalas como texto muerto, imaginado.
Decime que no, dame paz, dame sosiego, dale calma a la mente de mierda que me lleva demasiado rápido.
Y decime: basta.
Basta.
Basta.