octubre 31, 2011

El Águila Roja


Hoy quiero hablarte a la cara.
Hoy quiero verte a los ojos.
Quiero decirte lo que pienso.

La maleza con garras de muerte es inquilina de tu pecho y lo ha sido desde hace ya mucho tiempo. Vos lo sabés y, a pesar de que nunca te has esforzado por ocultármelo, en breve lo descubriré con absoluta certeza -yo conozco tu tipo-. En breve, como un kleenex, limpiaré tus excretas y mi destino será una papelera o, en el peor de los casos, una tubería. Mis sospechas estarán finalmente difuminadas.

Ya las dudas son pocas: tus demonios existen y son ellos los que sujetan tu buena voluntad con mordazas envenenadas, los que queman los puentes que me llevan a vos.

Son ellos los mismos que te hicieron perder la batalla de batallas. La batalla contra su patrona, la predadora absoluta: el águila roja, rapaz y visceral, esa que late dentro de tí como la inquilina impostora, la golfa palpitante que te marca con grafías no registradas en mi alfabeto, la misma que te vuelve ininteligible a mis sentidos. Esa peligrosa águila roja que late perversa en tu pecho y que me reduce a una ínfima nada. Esa que te ganó y me hizo perderte para siempre.


octubre 29, 2011

9,318


Leo tu nombre y me resulta nuevo e inexplorado.
Leo tus palabras y, al hacerlo, refresco el sopor del tedio y la soledad.
Escucho tu voz y, con ella, descubro mi nombre entonado con acentos de novedad.
Me atrapás sin más. Quedo a la espera de tu respiración en mi oído; quedo al pendiente de nuevos vibratos, suspiros disonantes que capturen mi atención y me conviertan en tu prisionero.

Todo es nuevo excepto el verde en tus ojos, lo cobrizo de tu pelo y lo traslúcido de tus pestañas. Hemos estado frente a frente antes. Nos hemos besado antes. Has tomado mis caricias y las has cubierto de tus besos antes. Mi mente me juega juegos como nunca. Mi mente me traiciona y el corazón lo resiente. El latido arrítmico es doloroso esta vez porque despierta un sentimiento que una vez habitó en mi pecho.

Vos sos diferente, me lo repito tres veces.
Y no puedo comenzar a creerlo.
Vos sos la diferencia entre aquí y allá.
Vos sos nueve mil trescientos dieciocho kilómetros.


octubre 14, 2011

De los cambios


De las plantillas, de los esquemas, de los colores y de las imágenes.

De las ciudades, de los rostros, de las risas y los besos.

De los cambios que gustan,

De los cambios que angustian.

Y, sobre todo, de los cambios que asustan.