mayo 04, 2010

Bestia


Descubrí un monstruo y lo domestiqué. Ahora es mío. Le enseñé a hablar, comer, vestirse y actuar como yo lo hago todos los días. Le digo qué hacer y hasta dónde llegar. Le digo que salude y que sonría. Le digo que asienta con la cabeza cuando me gusta algo, que enrolle los ojos y te saque la lengua si quiero que sea juguetón. A veces le hablo de la moda y de sus do's and dont's (ciertamente se confunde entre tanta regla, pero su avance en la materia es indiscutible: un sólo faux pas en lo que va del año -bastante bien para ser un monstruo-). Muy poco le platico sobre política; es que ese tema no le gusta, lo pone de mal humor. No quisieras verlo de mal humor.
La mayor parte del tiempo me hace caso y hasta siento que me quiere. Me atrevería a decir que nuestra convivencia es mayoritariamente pacífica; he dejado de temerle, es más, hasta siento que lo quiero. Por fiel. Por bravo. Porque si me atacás te ataca y te deja sin cabeza. Mi monstruo está por mí y para los míos, porque eso sí, sabe cómo quiero a los míos. Es lindo, en esencia. Es leal y hasta he comenzado a verlo guapo.
Lo único malo es que, bestia al fin, a veces actúa instintivamente. Saca los colmillos ante la beligerancia fútil y caprichosa, esa que no merece ser atendida. Tengo mucho que enseñarle a mi monstruo. Tengo tanto por explicarle. Diplomacia, sobre todo; algún día la dominará y será el perfecto acompañante y fiel guardián. Algún día -espero no tan lejano- me dejará de hacer pasar vergüenzas y se comportará como es debido. Espero que así sea porque no deseo dejarlo nunca, me haría demasiada falta. Es que lo quiero.

2 comentarios: