septiembre 17, 2010

vos sos absurda

Tenés miedo y no lo escondés más porque no podés.
Has engañado a tu mente y la has dejado creer que la decisión está tomada, que te quedarás inmóvil, cómoda en esa pequeña silla con rueditas inquietas y chillonas, pretendiendo cambiar el mundo con palabras y silogismos baratos.

Pero tonta no es, tu mente. Algo sospecha. Algo sabe. Lo percibe entre toda la incertidumbre, sabe que en algún lado de vos hay valor, sabe que por algún rincón se te coló la valentía y el coraje para saltar hacia lo nuevo. Lo que te aterra tanto.
No podés concentrarte. No podés con lo cotidiano y eso mismo te delata. Le das pequeñas pistas a la cabeza y te sorprendés con señales de cambio imaginadas en cada esquina. Lo nota, tu mente: estás dudando demasiado. Estás en evidencia, vestida con un traje de indecisión flagrante.
No podés con el estrés. Ese estrés discursivo y cansino. Pobre, tu mente. Pobrecita, vos. Estás comenzando a abatirte con tu panoplia de ideas afiladas y redundantes, cobardes y gastadas. Pobrecita, en efecto, por absurda irremediable, pero estás en todo tu derecho a serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario