febrero 05, 2010

Suspirando ideas

Decime que no está mal querer ser consentido... querer que me hagás los mandados y todo el trabajo sucio de la vida. Decime que es normal pedirte que me cambiés una llanta o que me preparés los formularios de la renta. Decime que no está mal querer que me cocinés, que me arreglés el foco interior de mi carro y que me sirvás la gasolina en la estación. Decime, por favor, que es normal pedirte atención.

Pero si finalmente me lo decís y algún día me consentís… pretendé, por favor, que no te importa. Hacelo de mala gana. Hacelo a regañadientes y, si es posible, maldecime: por ñoño, por inútil, por estúpido. Jurame, además, que nunca te pondrás un delantal de color pastel, ni guantes floreados para hornear; y prometeme, por piedad, que jamás vestirás tus botellas de licor, ni celebrarás aplaudiendo al flan perfecto.

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