julio 09, 2010

Callate

O decímelo, pues.
Pero con un atardecer en la costa.
Con una mañana de enredos en mi cama.
En mi cuarto.
En mi casa.
En mi país.
Decímelo con un besito en el hombro.
Con calor en el cuerpo.
Con sudor en la cara.
En las axilas.
En la ingle.
En el culo.
Decímelo aquí, donde se vive el mundo crudo, desigual y sin armaduras de plástico.
Decímelo con tu pasaporte sellado en mano, con diez dólares de ingreso o con un permiso temporal de treinta días.
Si no es así, mejor callate y de una vez por todas.

2 comentarios: